Bajamos a la cala, donde habíamos estado, llevábamos diez minutos sin decir palabra, hasta que ella me miró, y comentó “Víctor, nunca he sido infiel, pero creo que mi marido se lo está mereciendo, y tú tienes un buen motivo”.
Ella me empezó a desnudar lentamente, mientras que entregaba sus labios por mi cuello, desabrochando mi camisa, dejando mi pecho desnudo, donde rápidamente bajó a besarlo. Yo, iba pasando mis manos por su pelo, y sus hombros.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario