miércoles, 8 de julio de 2009

jovencitas xxx

Todo comenzó el día anterior. Diego, mi novio, había llegado temprano a casa, y yo lo recibí alegre, como cada tarde, pero pronto me di cuenta que esta no era una tarde normal, y él no parecía el de siempre. Dijo que teníamos que hablar muy seriamente y, entre disculpas suyas e hipidos míos, me hizo saber que lo nuestro había terminado.

Se fue dejándome el corazón roto y unos deseos tremendos de venganza ¡Se iba a enterar! Limpié a manotazos las lágrimas de mis ojos y con rabia me arreglé lo mejor que pude y salí a buscar un macho… Diego no iba a conseguir hundir mi vida, ¡No, claro que no! Entré en aquel club casualmente, porque fue el primero que encontré en mi camino. No fue premeditado y me tuve que tomar tres cubatas antes de que decidiera salir a bailar en la pista, sola. Mi cuerpo se ondulaba al compás de la música sensual mientras las miradas de todos los hombres convergían en el pequeño espacio de baile, presos en mis sinuosos movimientos.

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