miércoles, 8 de julio de 2009

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Cuando él estaba por acabar empezó a embestirme cada vez con más fuerza, hasta que largó varios increíbles chorros de leche dentro de mí, los cuales pensé que eran litros, después de esto nos quedamos dormidos, pero en ningún momento quise que sacara su verga de mi interior ya que deseaba sentir como iba perdiendo su vitalidad dentro mío.

Después que nos despertamos le confesé que nunca había disfrutado tanto como ese momento y lo abracé, me estuvo besando un buen rato, pero no aguanté la tentación de agarrársela con mis propias manos y pajearla muy lentamente…

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Empezó a meter su cabeza muy suavemente, pero a mí me dolía como si me estuvieran desvirgando, pero a medida que la iba metiendo el dolor se iba calmando, en ese momento me sentía en la gloria y cuando la terminó de meter, realmente la sentía cerca del ombligo, nunca había tenido tremenda sensación, empezó a sacarla muy lentamente y cuando llegaba a la mitad volvía a empujar nuevamente hasta el fondo con toda suavidad en la que podía sentir cada centímetro de aquella gigantesca y venosa verga.

Creí, a la tercera vez que empujó, que el edificio se venía abajo porque acabé de tal forma como nunca antes lo había hecho, pero él seguía con su faena de mete y saca, estaba tan enamorada de esa verga que creo que acabé ocho veces consecutivas como nunca lo hice en la vida.

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Nunca había visto semejante trozo de carne, luego comprobé que tenía 25 cm. de largo y 9 de ancho, al verla por primera vez me dio miedo, pero con la calentura que tenía de la chupada de concha que me había pegado, se la empecé a lamer muy lentamente, la lamí porque no sabía si iba a entrar en mi boca ya que su cabeza parecía la de un muñeco.

Estuve así un rato hasta que después con mucho esfuerzo pude meter la punta en mi boca, era muy difícil mover la lengua, pero lo hacía muy torpemente, luego de estar un rato chupándosela me la sacó de la boca y se puso entre mis piernas para penetrarme, a lo que le pedí que no lo hiciera porque me iba a doler, a lo que respondió que como lo ibas a dejar así de caliente, entonces le pedí que lo haga muy despacio a lo que asintió y cumplió.

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Cuando quedamos los dos en calzones, él empezó a meter su mano en mi entrepierna y con sus dedos masajeaba mi conchita yo me sentía toda mojada, de pronto corrió mi tanga a un costado y empezó a lamerme como si su lengua fuera una víbora, creí que me moría.

Me lamía de todas la maneras posibles y se quedaba un buen rato jugando con mi clítoris al cual nunca lo habían lamido de esa forma, después de varios minutos correspondía que yo le devuelva el favor, pero cuando le quité el slip vi algo que mis ojos no podían creer, el tamaño de su verga era descomunal.

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Entre beso y beso me va desabrochando la camisa que llevaba puesta y me quedé en corpiño, mis pechos no son enormes, pero si puedo decir que son grandes, al verlos los empezó besar como desesperado, de a poco me fui sacando el corpiño y quedaron al aire mis dos montañas con sus puntas rosadas, los chupaba y los lamía de tal forma que creí que me los iba a arrancar.

Mientras jugaba con mis pechos a su placer cosa que nunca pensé que disfrutaría tanto, me iba sacando lentamente el pantalón para quedarme únicamente con una tanga blanca, él estuvo cerca de diez minutos chupando y lamiendo mis pechos, cuando paró un poco le fui sacando la remera que llevaba para yo hacer mi parte, estuve cerca de cinco minutos besándolo mientras él se sacaba el pantalón y quedaba únicamente en slip.

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Después de algunas salidas más, él me dijo que se sentía muy bien conmigo y no quería seguir siendo solo amigo, yo le contesté que a mí me sucedía lo mismo y nos confundimos en un interminable beso y me acompañó a mi casa.Una vez allí le di otro beso y cerré la puerta para que se fuera, no quería que pensara que era una puta y que cogeríamos la primera noche, al día siguiente lo invito a tomar mate en mi casa y nos ponemos a hablar de distintas cosas, y mate va, mate viene, beso va, beso viene, de repente no se como me percató que estamos acostados en mi cama…


Le dije que me disculpe que no quería que pensara que yo lo había invitado para traérmelo a la cama, y me contesta que él no pensaba eso y que desde hace mucho que quería estar en la cama conmigo, y sin decir más me da un beso interminable, que hablando mal y pronto, me hizo calentar como una yegua.

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Hola amigos mi nombre es Laura, desde hace mucho tiempo leo los relatos que publican y nunca me había decidido a enviar uno ya que la mayoría me calienta tanto que después no puedo escribir dos palabras sin mojarme.

Esto me pasó hace unos meses, yo estaba de novia con un chico en cual no viene al caso, tenía relaciones con frecuencia, pero nunca lograba acabar, y me tenía muy preocupada ese tema ya que pensaba que tenía algún problema, al ver que esto me pasaba muy seguido decidí cortar esta relación y me quedé sola durante un tiempo, luego las cosas empezaron a ir bien y pude comprarme un departamentito en un barrio de acá llamado Villa Corina, al poco tiempo de llegar conocí a mucha gente ya que eran muy amables conmigo, y entre todos conocí a un muchacho llamado Leandro, un chico normal de 29 años, que vivía en el edificio que estaba frente al mío. Las primeras veces salimos a bailar, a cenar y disfrutar la noche de diferentes maneras con muy buena onda, ya que lo debo admitir, nunca me propuso nada indecente, lo que para mí era un alivio ya que estaba en mi cabeza el problema que no podía acabar y me sentía una estúpida porque pensaba que diría que era una frígida, pero nuestra relación era cada vez mejor y a mí me gustaba pasar el mayor tiempo posible con él.